Acostarse es aceptar
que el día me ha vencido,
echar la bandera al mar
y rendirme ante el vacío,
esconderme en la inconsciencia
y rezar por el olvido
por despertar sin siquiera
enterarme que estoy vivo.
Por eso en las noches trepo
hasta lo alto del delirio
donde febril miro al cielo
y muerto de frío escribo
sortilegios contra el sueño
conjuros contra mi mismo.
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